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La lógica de trackear nuestra productividad en el trabajo se ha sofisticado a niveles impensados. En la era del multitasking todo, incluso lo que no es laboral, puede llegar a pensarse en términos de inversión de tiempo y en listas de pendientes. ¿Pero qué pasa si nos obsesionamos? ¿Es posible agendar en el calendario cosas como «besar a tu pareja», «llamar a un amigo», «darse una ducha» o “regar las plantas»?

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